terça-feira, 22 de novembro de 2011

Pensamentando

El celular de Dios
Carlos Alberto Parodíz Márquez (Desde Lomas de Zamora, Buenos Aires. Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Graciela vive en La Plata. Que no es lo mismo que vivir con plata. Es casi "olaldesa", del lugar donde vive. Un nuevo rango que sustituye a la "alcaldesa". También suele ser "olaldeana", en esto de la aldea global y virtual, a la hora de bajar -sin exagerar-, niveles. Además, los tonos rojizos del cabello, son toda una advertencia para quien sepa mirar.

"El ayatollah" de la redacción, se miró en el espejo de su militancia y descubrió el fantasma de la memoria. Ese que hace saltar tapones de remotos poemarios y abre paso al desenfreno que se vuelve gráfico. Por ejemplo para escribirle, "la fotografía robada en aquel almuerzo tomó vida en mis silencios"...

Cuando estos "cortos" ocurren, estallan instalaciones y se dinamitan puentes, para que el torrente de ciertas imposibilidades, encuentre cauce. Es entonces cuando construye lazos virtuales que lo traspolan y comienza a vagar de página en página, para rescatar respuestas. A veces las encuentra. A veces lo sorprenden.

No es grave. Depende la altura de la vida en que uno se zambulle y la profundidad del curso. Pero es incansable en estos avatares del "romancero criollo", ya que la fiebre literaria lo llevó -sin proponérselo- al muelle equivocado.

Es que Adriana, una morena bahía de arena blanca, tucumana y cierta como su tierra, del muña muña -el viagra nacional-, leyó algunos mensajes codificados de estos poemarios públicos y decodificó, para incomodidad del "Ayatollah", quien abrió así, una segunda línea poemática, camino casi del juglar.

A ella le recordó "te invito a que me invites... si te queda claro y sin más detalles", ese despliegue de artilugios literarios, presagiaba el fragor de las tormentas del alma, listas a desatarse.

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Así lo encontré‚ de atribulado una mañana. Portando el infaltable bolso de cuero que se carga en el hombro, como a los antiguos compañeros de lucha que ya no descansan.

-Me voy a La Plata... tengo que hacer una nota- anunció contrito. ¿Me llevan?- Yon asintió. El Alfa gris siempre está disponible.

Las diagonales y la ciudad son marca registrada de Pierre Benoit. La masonería agita, sobre este nombre, algunas certezas y muchas dudas, sobre todo si de su nacimiento se discute. Un destino de "Delfín" del trono francés que merodea y la toma de La Bastilla, se agitan y renuevan, hoy, con cada piquete ruidoso.

Graciela no pensaba en estas cuestiones mientras estudiaba el paso del tiempo en el Ayatollah, en ese segundo piso con vista al baldío lujurioso y urbano. Tomó en cuenta algunos detalles y las cuarenta veces que sonó el celular, para interrumpir el reencuentro de la incomunicación. La flema del personaje no fue suficiente y de allí nació la diabólica idea poética y para peor gráfica, que los vincula.

Las llamadas, salvo la de Dios, alejaban acercamientos. Quiso ser presuroso. Pero oscurecía cada vez que aclaraba. Lo que no es nuevo ni totalmente cierto. Hoy anda en negociaciones metafísicas sobre el triángulo de las Bermudas, donde los amores naufragan y desaparecen.

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La ruta dos y la rotonda de Alpargatas, cuando volvimos con el vasco, fueron un giro poco postal. No quisimos estropear la bucólica escena y marchamos rumbo al discreto parador, donde se llega si se tiene el dato preciso.

En medio del oasis, el lugar aísla de ruidos, imágenes y olores no deseados. Hasta la pareja de cardenales, en vuelo gentil, parecen trasladados de un remoto paisaje.

La grácil mesera nos condujo a un sitio umbrío, donde destacaba el M0albec purpura, propiedad de la bodega finca con nombre de princesa rusa, misteriosamente dispuesto, junto a dos cazuelas de cobre, anfitrionas del potage de hígado al jerez. Comimos en silencio. La torta de frutillas que descansaba sobre un colchón de crema, llegó para quedarse y formar parte del inventario gastronómico. Un semi champagne de tres letras, fue solidario. El café, fue otra remota circunstancia a la que ninguno de los dos se quería aproximar. El lugar y la atención exigían morosas decisiones. Yon habló recién a la segunda copa. Esa es la historia, sin histeria.

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Los navarrenses, navarreutas, navarrónicos, se puede elegir, son habitantes de Navarro, trasplantados a Lomas de Zamora. Miguel y Fernando, dos esperanzados que buscaron instalarse por este suburbio del sur. Nadie es perfecto. Resisten en la frontera de Chaco Chico y Villa Niza, muy promocionada por algunos episodios contados aquí, pálido reflejo de lo que en estos sitios ocurre.

Miguel, un viernes, media hora antes de la medianoche, decidió su rutina ciclística, para abaratar la vida, claro, resolviendo que Larroque era iluminada y segura. Cuando llegó a Gutierrez, leyó en una pared de las pocas fábricas que trabajan y se sorprendió de la cantidad de saludos, post mortem de los chicos, pintados en sus paredes. Leer, no siempre es un placer.

Cuadras después del reconocimiento, allá por Castelli y Vétere, su inocencia campesina, jugó las fichas al color (negro) en el casino de la vida. El auto silencioso y sin luces que lo seguía, no era ninguna buena garantía. La calle ofrece huecos y en uno, el auto se le adelantó.
El flaco que se bajó del lado del acompañante, fue convincente al arrebatarle la bici, -único medio de transporte para ir a laburar-, la guita y la campera, recuerdo de tiempos mejores, seguramente.

-Caminá y no te des vuelta porque si no te meto un cohetazo- para aumentar su seducción le mostró el arma niquelada, más elocuente que el mejor discurso.
Miguel resignó, otra vez, la esperanza. Es un hombre grande habitado por el niño que todos debemos cuidar, aunque algunos lo hayamos perdido y otros no recuerden haberlo tenido.
Tiene un compadre, Fernando, de la misma cepa geográfica, estentóreo de a ratos, rara avis, si se conviene que la vida en el campo y en los tambos, por ejemplo, suele ser solitaria. De nuevo a empezar simulando la esperanza.
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Los argentinos cuestionariados, por ahora viven en Chubut y Santa Cruz, nos cruzamos virtualmente el tenor de las preguntas que la inocente empresa formulara, para legitimar una radicación extranjera en la región.

-¿Vería mal que Argentina cancelara la deuda externa con territorios? ... fue una de las consultas, dispersa convenientemente, la otra relevante apuntaba, ¿le preocuparía un gobierno tripartito (triunvirato) integrado también por un representante del FMI?

-!Gente grande!, esta de la consultora, podrían haber incluido las cláusulas secretas de los acuerdos que contienen ciento once puntos y que vamos a firmar con el FMI y el Banco Mundial, si no lo hicimos ya ... total ... - fue la prolongada explicación del vasco, reclinado en la butaca izquierda del Alfa, rumbo a Lomas.
Lo miré comprensivo, igual es barato.

-¿Y con que se quieren quedar ahora?- le pregunté. Mejor no lo hubiera hecho.

-Por empezar la Antártida. Después, cuando logren que se privaticen dos bancos oficiales -Nación y Provincia- los van a comprar-, respiró y aproveché.

-¿Y eso que tiene que ver?-, fue mi segundo error. Me miro impaciente, para ser prudente en la descripción.

-Todas las tierras fiscales y la cartera de comercial de operaciones, todas aquellas que tengan garantía hipotecaria, es tan grande, que entre los dos bancos tienen buena parte del territorio, sobre todo el productivo. ¿Te va?- Preferí dispersar la densidad. Sonó su celular y se cortó la llamada. Nada marchaba hacia la avenida de la conciliación.

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"Vela" desvela cuando devela. La rubia, todavía tostada y totalmente vestida de negro, le entregó en la sede de "la oficina", -apostada detrás de una gigantesca copa de helado multi sabores y de cara a Plaza Grigera-, las planillas con cuestionarios y correos electrónicos, probando que los chicos de la encuestadora iban sembrando en serio. Ella con su aire displicente, leve, casi ausente, es velocísima aunque su celular, como en este momento, la tenga ocupada. Puede hacer varias cosas a la vez. No me pregunten cuales. Pero la información estaba prolijamente ordenada. El mohín por la comunicación frustrada, me hizo dudar si, "El", estaba ocupado. Porque el celular de Dios, este día, ni siquiera tenía contestador.

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Publicado por ARGENPRESS en 11:42
Etiquetas: Carlos Alberto Parodíz Márquez, Cuento

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