quinta-feira, 3 de março de 2011

Palestina

La asfixia de la economía palestina como estrategia de ocupación
De paz por territorios a pan por territorios
Lidón Soriano
Miércoles 9 de febrero de 2011, por Revista Pueblos
El pueblo palestino está cansado. Cansado de sus dirigentes, a quienes ya no reconoce como sus legítimos representantes. Cansado de la comunidad internacional, de sus interminables e inaceptables exigencias, de sus promesas incumplidas, de sus insultos mediáticos. Cansado, sobre todo, de una ocupación que no cesa, de un proyecto colonizador que les sigue arrebatando tierras, agua, olivos y esperanza.

La fractura entre pueblo y dirigentes resulta indiscutible. La división entre los diferentes partidos políticos es cada día mayor, produciendo una confrontación dialéctica e ideológica de importantes consecuencias en la actual coyuntura política global. Incluso en el interior de algunos partidos, como Al Fatah, la división interna, tantas veces silenciada, resulta cada vez más clara. El actual gobierno palestino es una de las tantas falacias que componen el escenario político en la región. Un gobierno de emergencia que inició su andadura en junio de 2007, cuando el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, disolvió el gobierno legítimo de unidad nacional encabezado por Hamas. Según la legislación palestina, este gobierno de emergencia debería ser de transición pero, sin embargo, ya lleva más de tres años en el poder y sin visos de cambio alguno.
El pueblo palestino está cansado. Cansado de sus dirigentes, a quienes ya no reconoce como sus legítimos representantes. Cansado de la comunidad internacional, de sus interminables e inaceptables exigencias, de sus promesas incumplidas, de sus insultos mediáticos. Cansado, sobre todo, de una ocupación que no cesa, de un proyecto colonizador que les sigue arrebatando tierras, agua, olivos y esperanza.
Salam Fayyad, un tecnócrata aupado por las potencias occidentales, consiguió ser proclamado en 2007 primer ministro por Abbas, fiel seguidor de las consignas del Cuarteto [1], a pesar de que su partido sólo obtuvo dos escaños de los 132 existentes en las últimas legislativas. Resulta evidente que el primer ministro palestino tenía y tiene un nivel de popularidad y de representatividad prácticamente nula. El tándem Abbas-Fayyad ha conseguido en tres años transformar el panorama político, dividir a su pueblo y relegar al absurdo la causa nacional.
División política, prisiones y semiclandestinidad
Los grupos islamistas (Hamas y la Yihad) han sido prácticamente borrados de la esfera política pública en Cisjordania. La represión que las fuerzas de seguridad palestinas, entrenadas por el teniente general Keith Dayton [2], han llevado a cabo en estos años tanto sobre las facciones armadas como sobre las civiles, ha sido espectacular por su magnitud y eficacia. En Cisjordania es prácticamente imposible a día de hoy encontrar algún representante de estos partidos con cierto estatus. Todos están presos o viven en semiclandestinidad.
Los grupos de izquierdas se encuentran atomizados y dispersos. Tanto el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) como el Partido Popular Palestino (PPP) y la Unión Palestina Democrática (Fida) aceptaron las propuestas de la Autoridad Nacional Palestina para participar en el gobierno de emergencia. Tan sólo el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), grupo de orientación marxista-leninista, se mantuvo fiel a su ideario y a día de hoy se halla inmerso en un proceso de reflexión, habiendo anunciado su salida de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) por su desacuerdo en cuanto a reanudar las negociaciones directas con Israel. Por tanto, la tan ansiada unidad de los partidos de izquierda resulta un imposible.
Al Fatah, por su parte, ha sufrido una transformación al estilo de las antiguas purgas estalinistas. En el último congreso de agosto de 2009, realizado en Belén, se reemplazó a la mayoría de los viejos líderes, curtidos en cien batallas, por personas menos politizadas y combativas, hasta el punto de que ni tan siquiera Husan Khader [3], representante histórico del partido, varias veces encarcelado por Israel por su actitud clara y beligerante hacia los ocupantes, fue considerado “apto” para formar parte de la cúpula de Al Fatah.
La Franja de Gaza sigue en ese limbo político administrativo (y, me atrevería a decir, humano) al que la han relegado las potencias occidentales con el beneplácito de la ANP. Un limbo bajo el control de Hamas, que ejerce y aumenta su influencia en la Franja, pero sin incidencia exterior.
Imposibilidad de retorno
En los campos de refugiados la situación continúa siendo de emergencia tras 62 años de expulsión. Condiciones paupérrimas de vida, deficientes servicios mínimos y básicos y, lo más importante, negación del derecho al retorno para los, aproximadamente, seis millones de palestinos y palestinas en la diáspora. Esto último, a pesar de que la Resolución 194 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoce dicho derecho al pueblo palestino y ha sido ratificada un centenar de veces desde diciembre de 1948. En el interior de Israel, un millón doscientos mil palestinos y palestinas continúan copando las listas del paro y ampliando las bolsas de pobreza. Sufren también la amenaza de la aprobación de una ley por la cual perderán la ciudadanía y podrán ser expulsados del país (es decir, de su tierra) si no reconocen el carácter judío del Estado de Israel. [4]
En Cisjordania, aunque hayan desaparecido muchas de las barreras y checkpoints militares en el interior, la situación económica general no ha mejorado. La inicial alegría ante un aumento de la libertad de circulación se esfumó en cuanto pudo comprobarse que la prisión se hacía más grande pero mantenía su carácter carcelario. Con cada vez menos tierras, menos recursos, más paro y precios más elevados (consecuencia de las políticas de ocupación y de las medidas neoliberales aplicadas por la ANP), la calidad de vida de la población palestina en general va deteriorándose mes a mes, hasta el punto de que casi dos tercios de las familias palestinas que viven en Cisjordania se encuentran en la actualidad bajo el umbral de la pobreza.
Gaza: embargo y crisis humanitaria
La Franja de Gaza, sometida a una crisis humanitaria desde la llegada al poder de Hamas, vive una situación dantesca. El 95 por ciento de las empresas ha cerrado por la impermeabilidad de fronteras con la que Israel asfixia a la población de la Franja, lo que ha provocado la pérdida de la práctica totalidad de los empleos en el sector privado. El embargo a determinados productos raya lo kafkiano, pues abarca desde café a libros, zapatillas, lapiceros o instrumentos musicales. Todo un despropósito que no busca sino mantener al pueblo en una situación agónica.
Esta situación fue denunciada en noviembre de 2010 por John Ging, director en la Franja de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés), quien afirmó que, a pesar de los anuncios realizados por Israel de aumentar la permeabilización de las fronteras en la Franja, el bloqueo seguía igual de férreo y no se había producido ningún cambio hasta el momento.
Cambios en la estrategia de ocupación
La economía palestina es cada vez más dependiente de los donantes, que a su vez aumentan sus exigencias de sumisión. La ANP cumple a la perfección, desde la muerte de Yasser Arafat, con estas exigencias. El Producto Interior Bruto (PIB) palestino global sigue estando un 35 por ciento más bajo que hace diez años, y hasta el Banco Mundial en su informe de febrero de 2010 [5] afirma que el crecimiento económico del Territorio Palestino Ocupado (TPO) es prácticamente imposible debido a las múltiples trabas físicas y administrativas que impone la ocupación israelí.
Indudablemente, la situación económica condiciona las relaciones sociales. El sionismo, consciente de este principio básico, ha ido sustituyendo la ocupación militar, mucho más costosa en cuanto a recursos humanos y materiales, por otra más sibilina pero a todas luces demoledora: la ocupación económica. Su principal objetivo, la destrucción y desaparición del pueblo palestino para arrebatar todo su territorio, va convirtiéndose en factible si se logra su división.
La estrategia es clara: al mermar la economía hasta el límite, consigue que la población tenga como única finalidad la supervivencia, mientras que, al dividir y acrecentar las diferencias entre las zonas cantonizadas de la histórica Palestina, se rompe la unidad e idiosincrasia como pueblo. Con estas dos premisas el objetivo idílico del sionismo se hace más evidente y palpable, consiguiendo que en esa búsqueda de pervivencia diaria el pueblo olvide su lucha y abandone la reivindicación de los derechos nacionales colectivos. El eslogan de las llamadas “negociaciones” de paz ha pasado de “Paz por territorios a Pan por territorios”.
¿Dos Estados?
Teniendo en cuenta la actual coyuntura política, sólo las personas ilusas, ignorantes o malvadas pueden seguir defendiendo los dos Estados. Israel ha minado esta posibilidad. Las fronteras, reconocidas por la ONU en 1967, son un imposible a día de hoy y aunque el transfer [6] de poblaciones, propuesto por el ultraderechista Lieberman, parece cada vez más factible, la bantustanización [7] de los territorios haría imposible un Estado mínimamente viable. Esto último incluso fue denunciado, también, por el Banco Mundial. El único Estado posible que permite Israel es el “Estado de Ocupación”.
Las conversaciones de paz no son más que una moratoria dirigida a la comunidad internacional. Mientras tanto, Israel continúa con su política de hechos consumados, construyendo colonias, demoliendo hogares, confiscando tierras, arrancando olivos, construyendo muros, separando, asfixiando y, en definitiva, “desarabizando” la Palestina histórica para poder construir sobre el terreno una nueva realidad étnicamente pura: el Estado judío. Se cumpliría de esta forma el sueño mesiánico nacionalista del sionismo.
Frente a esta situación es posible actuar también desde fuera de Israel y el TPO. Una de las opciones es sumarse a la campaña palestina de Boicot, Sanciones y Desinversiones al Estado de Israel (BDS) [8], que persigue que el Estado sionista cumpla la legalidad internacional vigente. Ayer Sudáfrica, hoy Palestina. Todas las personas contra el apartheid, unidas en la lucha por los derechos humanos y la soberanía de los pueblos.
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Lidón Soriano es profesora universitaria y coordinadora de las brigadas a Palestina del Komite Internazionalistak (www.komiteinternazionalistak.org).
Este artículo ha sido publicado en el nº 45 de la Revista Pueblos , enero de 2010.
Ilustración de Paula Cabildo.
Notas
[1] El Cuarteto está formado por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la Organización de Naciones Unidas (ONU).
[2] El general Dayton sirvió cinco años como coordinador de seguridad de EE UU para Israel y la Autoridad Palestina. Fue el encargado de entrenar a los cuerpos de seguridad de la Autoridad Palestina, principalmente en el valle del Jordán y en Jordania. Dejó el cargo en octubre de 2010.
[3] Husan Khader, refugiado palestino nacido en 1961 y residente en el Campo de Balata (Nablus), fue uno de los principales impulsores y líderes de la Primera intifada, siendo encarcelado por Israel en sucesivas y múltiples ocasiones. Fue el primer líder de la Intifada deportado por Israel, que permitió su regreso tras los acuerdos de Oslo (1994). Durante su estancia fuera se convirtió en embajador de la causa palestina y tras su vuelta fue nombrado diputado por Al Fatah. Critica la corrupción de la ANP y demanda soluciones pacíficas a los conflictos interpalestinos. En 2003 fue encarcelado por última vez y pasó seis años preso. Al salir de prisión fue apartado de su cargo y de la cúpula del partido.
[4] La demanda del reconocimiento de Israel como "Estado judío" o "Estado-nación del pueblo judío" por parte del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu es muy popular entre el público israelí.
[5] “Checkpoints and Barriers: Searching for Livelihoods in the West Bank and Gaza”. Disponible (en inglés) en la web del Banco Mundial (www.bancomundial.org).
[6] El término Trasnfer hace referencia a la expulsión de la población árabe de toda la Palestina histórica hacia los países árabes de alrededor. Hoy se aplica principalmente a la población árabe de Israel, concretándose en la que vive en el llamado triángulo árabe: el meshulash (“triángulo”) en la región de Wadi-Ara en el Norte de Galilea. La idea es intercambiar los territorios de las colonias que existen en Cisjordania, que pasarían a ser Israel, por este triángulo, que sería controlado por la AP.
[7] Bantustán (Diccionario de la Real Academia Española): En Sudáfrica, durante la época de la segregación racial, zona destinada a reserva de la etnia bantú.
[8] Más información en la web www.boicotisrael.net. La campaña BDS surgió en 2004 de la sociedad civil palestina, inspirada en el bloqueo internacional que se llevó a cabo contra el Apartheid de Sudáfrica.
(Pueblos)

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