domingo, 9 de janeiro de 2011

inema

Desde Venezuela, Villa del Cine reta la “Dictadura de Hollywood”: Entrevista a José Antonio Varela, presidente de la Villa del Cine
Dick Emanuelsson (Especial para ARGENPRESS CULTURAL)



“El Estado era tan precario de las condiciones cinematográficas que con todo este esfuerzo que se ha hecho, ya darle la voz a tus creadores que no la tenían, ya es un tema de resistencia cultural de ir en contra del imperialismo cultural, o sea, ya solamente la posibilidad de darle voz, de apoyar a realizadores emergentes, ya eso es un acto revolucionario en sí mismo”.

Así resume José Antonio Varela, presidente de Villa Del Cine, sus tareas. Darle voz y sobre todo, posibilidades materiales y económicas que en otros países solo puedes hacer si tienes un millonario detrás. Pero si el guión no le cae bien, te encuentras en un vacio total. La Villa del Cine nació el mismo año como Telesur, el canal de televisión continental. Chávez retaba a los gringos diciendo que Telesur sería no solamente de la misma calidad sino mucho mejor que CNN, y claro, con un toque político contrario a CNN. El saldo, después de casi cinco años es asombrador. Telesur trabaja y opera con una calidad que pocos se imaginaban antes y con una variedad de temas y con un profesionalismo periodístico que muestra que también proyectos que surgen de un proceso de liberación política, económica y social pueden ser superiores a los medios que el Poder Fáctico posee. Para los reporteros en América Latina, Telesur es una fuente valiosísima.

Bueno, CNN es una cosa pero ¿Hollywood?

Porque ese año, 2006, Chávez se atrevía decir que ahora “vamos a romper la dictadura de Hollywood” y se fundó la Villa del Cine en la ciudad de Guarenas, muy cerca de Caracas. El complejo es grande con dos estudios, carpintería, talleres de sastres y vestuarios. Como en todo, Chávez va contra la corriente neoliberal y crea un gran complejo de producción, distribución de películas, construye cines y teatros comunales, regionales y estadales. Se crea nuevas carreras en la universidad, cursos adicionales para no depender a los extranjeros por que esto es producción venezolana y es pública.

Los gringos, que a través de Hollywood prácticamente tienen un monopolio del Cine mundial, ven con horror el desarrollo venezolano por que Chávez les está quitando un mercado de casi 30 millones de habitantes y peor aún, está integrando el resto de América Latina en la producción Cinematográfica.

A los medios privados venezolanos tampoco les cae bien el surgimiento de la Villa del Cine, porque rompe el cerco de embrutecimiento de un pueblo a través de sus telenovelas. Sin embargo, hemos visto en varias producciones de películas de la Villa del Cine, que varios de las estrellas de las telenovelas ahora están haciendo un verdadero papel como actores y no el mismo papel de siempre como en las telenovelas.

“The American Way of Life” ya ha recibido no solo uno sino varios golpecitos de la respuesta venezolana.

Tomamos un bus de Caracas y nos fuimos a Guarenas para tomar el pulso de José Antonio Varela, el joven presidente de la Villa del Cine que nos relató el gran reto que tienen estos jóvenes entusiastas para producir BUEN CINE que incluye al pueblo en toda su dimensión y no, como la mayoría de las películas de Hollywood, que te convierte a un consumidor que no cuestiona y generalmente deja un vacío.

* * *

Dick Emanuelsson (D.E): Primero que nada muchas gracias por recibirnos. Para mí como periodista en América Latina no es tan usual tocar este tema sino más conflictos sociales y políticos pero además, a mí parece que es único en el continente el tema de la Cinematográfica venezolana. ¿Por qué se fundó Villa del Cine acá en Venezuela?



José Antonio Varela (J.A.V): – Nosotros hace cinco años, el Ministro de Poder Popular para la Cultura Farruco Sesto que está muy interesado en el tema del cine y que ha trabajado en una política de aumento de la inversión del Estado en los bienes culturales y en la promoción de la cultura nacional, se hizo como un estudio de los distintos factores alrededor del cine nacional y se fundó una instancia de inserción que se llama la Plataforma Cine. La plataforma cine es una instancia política que agrupa a todas las instituciones asociadas al cine; esta la Cinemateca Nacional, el Centro Autónomo de Cinematografía, y se crearon dos instituciones nuevas que son: La Villa del Cine y Amazonia Film.

– Amazonía es una distribuidora de cine, que Venezuela no tenía una distribuidora del Estado y la Vía del Cine viene a cubrir las necesidades del sector en todo lo que es más industrial, porque cuando tú haces el estudio de: ¿Cuáles son los elementos que hacen el cine más costoso que imposibilita a los creadores nacionales a hacer cine?

– Te encuentras con el tema del equipamiento, que son equipamientos de alta tecnología muy costosos o de compra o de alquiler y el tema que no existía la infraestructura para todo el proceso post producción desde el punto de vista tecnológico y el tema de los estudios de la grabación. Entonces un poco el proceso inicial de la Villa del Cine era para el sector del cine venezolano.

Los valores del ALBA

– Ahora estamos justamente en una etapa de culminación y remodelación por las dimensiones y por toda la inversión que se ha hecho en la Vía del Cine que es una institución, es una instancia que podría no solamente cubrir la producción nacional sino que podría apoyar cinematografías emergentes en todo lo que es el proyecto ALBA porque como tú bien sabes el Proyecto de Revolución bolivariana no es sólo es un Proyecto Nacional sino que es un proyecto continental, digo que atiende las necesidades de todo el continente del todo el sector.

– Nosotros aspiramos siguiendo esos valores del ALBA para poder apoyar cinematografías como las que no consiguen o sea instituciones como este tipo o productoras como la Villa del Cine, yo creo que debemos de ser la única en el mundo, debemos de estar entre tres o cuatro, no tenemos film comerciales si no como de apoyo al creador. Entonces, para nosotros es importante poder apoyar algunos creadores que no tienen como ese apoyo comercialmente.



D.E: La impresión que tengo aquí en América Latina no hay un estado o gobierno que tiene su propia industria estatal o sea pública donde se esta estimulando: los escritores, los cineastas, los que hacen largo metraje.

J.A.V: – Si hay esfuerzos en los países, hay fondos de apoyo. Pero una estructura tan complejo y estable no solamente por la Villa del Cine sino toda la plataforma, o sea que de verdad haya una institución como encargada de las áreas, que hayan excepciones fiscales tan grandes como las que hay en Venezuela a través de FRONPROCINE del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, yo creo que sin duda es una experiencia única, diría que el mundo máxime más este en la situación actual digamos de la crisis mundial del capitalismo una especie de presión mundial desde el punto de vista económico, sin embargo nosotros tenemos muchísimo apoyo del Estado y de fondos del Estado para la creación de cinematográfica en Venezuela y un poco las cifras en ese sentido son muy elocuentes. Nosotros venimos de dos décadas de hacer una o dos películas al año a lo sumo con dificultad y a veces ni siquiera dos y hemos estrenado hasta 30 largo metrajes los últimos dos, tres años, ahora hay cinco películas en cartelera, eso no había ocurrido nunca en nuestra historia cinematográfica esta todo claro ahí, nos falta mucho por hacer pero ya tenemos bastante como resultados que mostrar.

La distribución y las transnacionales monopólicas

D.E: Está iniciativa y creación de Villa del Cine por supuesto tiene fin político como era, por ejemplo, Santiago Álvarez para Cuba. Fue el pionero en la creación del cine y El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Uno se recuerda la película en donde Santiago Álvarez vino a un pueblito allá arriba en la Sierra Maestra con el equipo móvil y mostrando cine y se veía los rostros y los ojos grandes de los niños mirando una cosa jamás visto. Claro, es una herramienta política para defender el proceso político en este momento también. ¿Qué lineamiento tiene la Villa del Cine?



J. A.V: – Nosotros hemos analizado y quizás nuestro eslabón más débil tiene que ver con la distribución del cine en el país. Porque la distribución lamentablemente esta asociada a grandes transnacionales monopólicas con el tema de la distribución en todos en nuestros países el noventa por ciento el noventa y cinco o más de las películas que se ven vienen de la industria del Hollywood por un tema de monopolios internacionales. Sabemos que eso es lo que más tenemos que trabajar y lo estamos trabajando a nivel legislativo y a nivel de organización interna.
– El Estado era tan precario de las condiciones cinematográficas que con todo este esfuerzo que se ha hecho ya darle la voz a tus creadores que no la tenían, ya es un tema de resistencia cultural de ir en contra del imperialismo cultural o sea ya solamente la posibilidad de darle voz, de apoyar a realizadores emergentes, ya eso es un acto revolucionario en sí mismo.

D.E: ¿A romper el monopolio?

J.A.V: – A romper el monopolio, a romper las voces univocas, a romper uno o dos directores que no puedan trabajar y que no puedan trabajar treinta, hacer treinta discursos distintos.
– En el caso de la Villa no es el caso del CENAC. De alguna forma todas las películas en Venezuela se hacen con el apoyo del Estado y esa es la idea y estamos totalmente a favor de eso porque la cultura hay que defenderla, no es algo que se le deja al mecenas o al azar sino que el Estado tiene que defender las creaciones culturales del país de la sociedad.

Mecanismos plurales

– Hay como dos fuentes claras: Las películas que hace interna la Villa Cine y las películas que van a concurso del CENAC y que a través del CENAC reciben aporte para producción.

– En los mecanismos del CENAC son como absolutamente plurales desde todo punto de vista. Las decisiones del CENAC incluyen la injerencia y la participación de todos los sectores cinematográficos y la Vía del Cine apoya mucho en esto de la base industrial y si hace una película con la línea editorial del Estado.

– Te puedo hablar de las cosas que estamos trabajando en lo inmediato que tiene que ver con esa línea, nosotros vamos a iniciar dos largos metrajes. El primero se inicia mañana tiene como nombre Ana el Proyecto y es como una especie de melodrama social. Pero lo interesante y lo que estamos rescatando de esta propuesta es que la protagonista tiene discapacidad auditiva, porque quizás una de las cosas que como sociedad hemos avanzado más en este seis o siete años es el tema de la inclusión de los derechos de las minorías, y de la inclusión de esta minorías en particular que son discapacitados auditivos.

– Entonces es un poco civilizar como se relaciona la sociedad una persona con esta característica, por supuesto en los valores de nuestra Constitución, que son valores de inclusión y ese tipo de cosas.

– Hicimos otra política del Estado que tiene que ver con los dos realizadores o sea unos hermanos gemelos que son realizadores y tienen mucha experiencia en el área documental y esta es su primera película en la ficción, entonces también es el tema de los operapremistas, darle la oportunidad o sea; es gente que ha trabajado en la defensa de niños y niños maltratados, justamente ahora tienen una película en cartelera que se llama “Manos Mansas”, que es un documental que trata el tema de la infancia, entonces es como darle oportunidad como a estos nuevos creadores. Y se notan como dos políticas muy claras presentes en esa película.

– La segunda que vamos a hacer es con unos de nuestros autores y autor más importante en lo que el tema histórico se refiere, que es Luís Alberto la Mata, pues estamos haciendo una película bicentenaria pero la protagonista y toda la historia que se teje alrededor de la película tiene que ver con la esclavitud. Entonces el tema bicentenario pero a través de una problemática no de los grandes personajes sino como de los sectores populares pero también el tema de bicentenario. De esas formas es como se configuran las líneas políticas de nuestra ceración propia.

El joven albañil y el intelectual

D.E: Justamente es...uno piensa que a veces hay dificultad para interesar y hacer atractivo quizás los documentales, los largometrajes para las clases sociales que no tienen la experiencia académica de sentarse a estudiar antes un examen, sino que es un consumidor de los 125 canales de televisión que ofrece el TV cable y principalmente viene de otros países. Yo sé que no hay una formula así exacta pero ¿Cómo hacer Villa del Cine a los barrios? Ustedes tienen una grandísima responsabilidad en ese sentido a presentar el producto que producen aquí en los estudios a los consumidores que no sólo van a consumir sino también cuestionar lo que están viendo.



J.A.V: – Eso es una política integral. Nosotros somos como Usted dice parte de un sistema. Afortunadamente hay otros afortunados del sistema que están trabajando también en ese sentido como es el caso de la Cinemateca. Nosotros recibimos un país hace unos cuantos años que tenía muchos capitales del Estado pero que no tenía un solo cine, por ejemplo. La Cinemateca está trabajando para que haya en cada Estado una sala de cine grande, una sala regional y a la vez está trabajando en un proyecto de 400 salas comunitarias para comunidades. Entonces es un poco la posibilidad que le llegue de lo que hace a todo el país y es algo que ya tiene un porcentaje de inclusión de más de un cincuenta por ciento o sea esto que te digo no es un plan a 20 años sino que ya hay casi 200 salas comunitarias activas, ya las salas regionales nos falta como un Estado nada más para tener sala de cine para que todos tengan sala de cine.

– Como te digo la distribución es como uno de los problemas pero ya tenemos un circuito alternativo donde podemos acercar a sectores sociales tradicionalmente excluidos al hecho cinematográfico.

– Lo que nos corresponde a nosotros como Villa del Cine el tema es tener un abanico de opciones de distintos tipos de películas, nosotros justamente este año hemos estrenado películas con el tema histórico que sabemos que va a un grupo social que no es a todo. Hemos estrenado películas que tratan el tema de las comunidades de transgénero, no había ocurrido en el país NUNCA ninguna película con esa temática. Sin embargo ya la han visto cerca de 70-80 mil personas que es un número interesante para películas de ese tipo que es como de arte y de ensayo.

Sacar la realidad venezolana

– Estrenamos a final del año una película que es una película de género, que sabemos que va a tener mucho más público, y es una película si se quiere puede ser muy bien recibida por el público como la forma de narrar el género sentimos que le puede gustar a mucha gente. Sin embargo trata una realidad venezolana de hace unos veinte o treinta años que nos parece interesante poner sobre el tapete, más allá que la forma de contarlo sea accesible a todo el mundo y no es una película para elite, es una película para todo el mundo pero tocamos temas importantes.

– Por supuesto uno toma en cuenta todas esas cosas y debe hacerlo pero al final todo se resume a tratar de hacer buenas películas y si se hacen buenas películas el publico las va ha recibir bien y va a tener espacios de distribución. Es muy difícil hacer muy buenas películas, pero no hay que meter tantos elementos de análisis de hacer o como hacer sino tratar de cubrir varios tipos y hacerla bien.

D.E: ¿Cuál es la programación para El Villa del Cine, porque esta no es solamente año tras año sino están planeando el trabajo por la producción por largos tiempos y eso requiere también cuadros personal, actores, gente que trabaja con la cosa técnica. En ese sentido, ¿qué hace el estado venezolano para estimular las diferentes carreras que hay en la Universidad?

J.A.V: – Esta la Escuela de Arte Misión Cine de la Universidad Central de Venezuela que tiene una formación básicamente teórica...

D.E: ¿Existía algo también antes del 1999?

J.A.V: – Te estoy hablando de lo que existía antes, esta la Escuela de Artes y mucha gente que trabaja con nosotros es egresada de esa escuela. Esta la Escuela de Audiovisuales de Mérida que también es anterior y que algunas personas han salido de ahí.

– Pero hay como una deficiencia en ese sentido. Se ha estado trabajando duramente en un proyecto de una escuela de cine de Une Artes, que es la escuela del Estado que asume las artes. Existe escuela de cine a partir del año que viene, 2011, ya se monto ya se está trabajando en eso. También está en el CNAC, Centro Nacional de Estudios Autónomos, un departamento que es laboratorio que se encarga de impartir cursos como muy puntales para necesidades muy puntuales y también esta en funcionamiento y hay segundo proyecto de escuela que es mucho mas técnico que funcionaria en partes de la Villa de Cine y que es un proyecto que debe funcionar a partir del año 2011. O sea, esta detectada la necesidad pero obviamente tú no pasas de hacer una o dos películas a hacer veinte o veinte y cinco sin que se note como todas las necesidades o como todas las complejidades del personal y de mejora profesional, en eso estamos totalmente concientes, ya como te digo el año pasado arrancan dos proyectos de escuela en el área cinematográfica de audio visuales en general.

Danny Glover y Sean Penn



D.E: Cuando uno entra a mirar un poco a buscar por Internet para prepararse para esta entrevista, uno ve algunos títulos poco ácidos, irónicos y peor todavía cuando una agencias internacionales están comentando de que el famoso actor norteamericano Danny Glover estuvo acá y que participó en la película Regresa Miranda. También la visita Sean Penn provoca ese tipo de reacciones, sobre todo en la prensa norteamericana no le cae muy bien. Y se nota que están preocupados, irritados. ¿Usted mencionó los países del ALBA que tienen una oportunidad histórica de desarrollar con los diferentes recursos nacionales, pero cuál es la participación del resto del mundo en Villa del Cine?

J.A.V: – Con nuestras películas que estamos haciendo en el país en general, yo creo que hemos avanzado mucho. Igualmente el trabajo se va notando. El cine es un oficio, no es lo mismo que tú hagas una película a que tú hagas veinte, en lo que empiezas a hacer veinte hay más gente trabajando con nuevos talentos, te vas desarrollando porque cada película en un nuevo aprendizaje y forzosamente cada vez como es un oficio. Es como un artesano y haces una mesa, la mesa numero 25 te va a quedar mucho mejor que la primera mesa que hiciste.

– Ya se empieza a notar eso también en el recorrido ya en festivales internacionales que nuestro cine ha subido muchísimo en los últimos tres y cuatro años. Se han tenido premios muy importantes y se han conseguido escenas de distribución a nivel mundial que es interesante. Como te digo; son pasos pero igual hay mucho por hacer.

– Realmente nuestro músculo es un músculo importante. Estamos tratando de establecer nexos de coproducción por lo menos con los países que son fuertes en el continente como México, Colombia, Brasil, Argentina que son como los focos de mayor producción y creo que a nivel a través de intercambio. A través de coproducciones están todas las condiciones dadas para poder hacer eso.

– Ya en producción tenemos experiencia y estamos trabajando bastante. Tenemos varias co producciones hechas y tenemos que avanzar también hacía una distribución conjunta. El problema más grave aquí en Venezuela es que es difícil ver películas argentinas, mexicanas y brasileras. Y en la medida que logremos desanudar eso va ha hacer mucho mas fácil la producción de conjunta porque tu puedes hacer una película que tiene garantizada unas pantallas en todo el continente y eso es muy importante.

Las telenovelas para embrutecer

D.E: Yo vivía seis años en Colombia y la verdad es que ni siquiera tenía o tiene un canal de televisión público. Caracol y RCN dominan todo desde las doce de la mañana hasta las doce de la noche con pura novelas, realmente embruteciendo a toda una población. Hacen unas dos o tres veces pausas durante el día por el noticiero que también en un bombardeo desde el punto de vista político. Sabemos que es sumamente difícil de romper la mentalidad también, mucha gente está pegada con la pantalla mirando esa novela todo el día y Venezuela ha sido uno de los mayores productores de telenovelas. ¿Se piensa hacer producciones de novelas pero, por supuesto, con otro hilo?



J.A.V: – Nosotros tenemos desde del Ministerio para el Poder Popular para la Comunicación lo que es el Sistema Nacional Para Bienes Públicos que también tiene como varios actores. Hay un canal de Corte Comunitario que Bio comunicación, está el Canal Informativo que es canal de televisión, está el canal que es de entretenimiento que es TVes (la Televisora Venezolana Social). Entonces, la Villa del Cine como tal se encarga como de tres cosas. Pero sí, obviamente como se ha estado está trabajando para tratar de crear nuevos discursos también y en el tema televisivo y recobrar una tradición que se ha perdido. Porque en los años setenta y ochenta las telenovelas venezolanas fueron muy importantes, porque de veras significaron un conjunto de ruptura y fue la primera vez que se ingresó personajes de la literatura con otro tipo de discurso a la escritura de telenovelas. Esta el tema de José Ignacio Cabrujo que es uno de nuestros dramaturgos más importantes, que se hizo un espacio como de escritura. Tiene novelas que son como paradigmáticas en todo el desarrollo de la novela latinoamericana pero era como el abordaje de otras temáticas, adaptación de clásicos, tiene una adaptación como la del Conde de Montecristo, que es como muy famosa y de una mujer que es como de una postura interesante arriesgada en su momento. Yo creo que es la primera vez en la telenovela latinoamericana que la protagonista de una telenovela es una mujer que había decidido divorciarse y emanciparse, como es en la novela de Cabruja, que en el primer capítulo empezaba cuando ella decidía divorciarse que era un ejercicio como de liberación.

– Eso se perdió por todo el tema comercial por todo el tema como una degradación de los discursos. Y esto ya te lo digo como a título personal; habría que trabajar en ese sentido pero eso pertenece a otro círculo de competencia que no es de la Villa del Cine. La Villa puede apoyar porque en efecto ha ofrecido ese apoyo en infraestructura para el sistema de medios públicos pero no es nuestra misión pues, nuestra misión es cinematográfica.

Relación escritor, productor, cineasta y villa del cine

María de los Ángeles Querales de Suárez (camarógrafa): M.A.Q.S: Dentro de todas las cinematográficas que tienen, ¿no piensan incluirla dentro de la programación televisiva?

J.A.V: – Si, las películas una vez estrenadas en el cine en lapso breve en un par de meses pasa al sistema de medios públicos.

M.A.Q.S: ¿Qué canales?

J.A.V: – Realmente hemos salido en todos los medios públicos. El espacio como de natural TVes, que es como el canal de entretenimiento, la televisora social. Pero realmente nos han retransmitido en Venezolana Televisión y VIVE también.

M.A.Q.S: Las películas a quién van dirigidas, Tú dijiste que un sector de películas iba a cierto público y la película que iban a estrenar creo que este mismo año iba dirigida a otro público. Pero yo no entendí muy bien cuáles son esas dos clases de público al que tú te refieres. ¿Qué particularidad tiene cada una de esas películas que piensen ustedes que van a sectores distintos?

J.A.V: – No es que nosotros hagamos películas para distintos sectores. Hacemos distintos tipos de películas y hacer distintas se comportan distintos. No son películas pensadas para ese sector u otro. Lo que dije en este momento que si me llamo la atención es hicimos una película que era como muy arriesgada cuando decidimos hacerla porque trataba del tema de un transgénero que puede ser un público muy reducido, una película que no estamos acostumbrados a ver, una película muy dura y sin embargo ha tenido muy buena recepción, la han visto cerca de setenta mil espectadores.

– La proyección de una de las películas de final de año que es un tema mucho más conocido creemos que puede ser recibido por mucho mayor público. Pero no hay un estudio como de audiencias o que se está haciendo películas para X o cual público.

M.A.Q.S: ¿Ustedes están realmente en las salas comunitarias?

J.A.V: – En todas...

M.A.Q.S: ¿En los cines, en el trasnocho o sea cada vez que ustedes lanzan una película están en todo el circuito nacional?

J.A.V: – Si uno hace el trabajo para estar en todo.

M.A.Q.S: Y con el dinero cuando están en circuitos nacionales como en este momento en las salas comunitarias que yo se que son gratuitas ¿Qué hacen con ese dinero que reciben de la película que ustedes están proyectando?

J.A.V: – No ese dinero ingresa nuevamente y se reinvierte en otras películas.

M.A.Q.S: ¿Por ejemplo, si yo te entrego un guión?

J.A.V: – Todo eso se cancela, todo eso se paga. Si tú escribes un guión para Villa del Cine, pues se paga tú trabajo. Los escritores viven de eso de escribir y hacerlas. Si obviamente es mucho más gratificante participar en un proyecto cinematográfico que en otras cosas. En ese sentido sí nos han expresado mucha alegría de poder participar. Pero digo eso es la normalidad de los escritores, trabajan y reciben unos honorarios.

M.A.Q.S: Antes un productor o un cineasta que quería hacer una película tenían que costearse toda la producción?

J.A.V: – Sí claro

M.A.Q.S: En los tiempos anteriores y ahora ¿ustedes le proporcionan todo material?

J.A.V: – Sí, nosotros cubrimos en algunas películas en un cien por ciento.

M.A.Q.S: ¿Hasta el vestuario?

J.A.V: – Eso depende, por ejemplo las películas que se hacen de producción interna cubren completamente. Pero también recibimos muchas propuestas que simplemente cubrir un rubro, o sea, que hay películas que solo te piden post producción o que sólo te piden un equipamiento o un apoyo técnico, eso depende de cada caso.

M.A.Q.S: ¿O sea que ustedes están en varios ámbitos?

J.A.V: – Sí en muchos ámbitos distintos, obviamente son posibilidades que no existían, y yo creo que la percepción en la Villa del Cine es muy positiva. En esta última temporada todos los comentarios, nos hemos incluso apoyados por el sector, realmente puros buenos comentarios.

M.A.Q.S: ¿Qué cantidad de películas estrenan este año 2010 entre películas, corto metrajes, y documentales?

J.A.V: – Hemos estrenado cuatro o sea cinco de lo que queda del año, serían cinco largo metrajes, les ha ido muy bien, estamos realmente satisfechos. Empezamos a estrenar en junio y de junio a diciembre vamos a tener cinco películas de estreno lo que realmente han sido bien recibidos por el público.

M.A.Q.S: ¿Y el año que viene?

J.A.V: – El año que viene ya tenemos programado estrenos hasta junio por lo menos uno mensual. El promedio del estrenado nuestro es el que iniciamos a partir de junio más o menos manejando uno al mes y yo creo que eso lo vamos a mantener como nuestro sistema. Nosotros podemos producir doce o diez seis largos al año y la idea es poder ir estrenando uno mensual y siempre hay en cartelera una película venezolana de nosotros y aspiramos que haya otra que sea independiente a nosotros.

M.A.Q.S: ¿Están participando también corto metrajes?

J.A.V: – La Villa en este momento no está produciendo cortos metrajes eso lo están trabajando a través del CENAC

M.A.Q.S: ¿Solamente?

J.A.V: – Apoyamos cosas pero cortos metrajes a lo interno lo estamos haciendo.

M.A.Q.S ¿Ustedes solamente reciben la información, pura producción?

J.AV: – Sí, y montaje de proyecto o sea lo que nosotros no hacemos es recibir proyectos ya listos, nosotros acompañamos procesos.

LOS CINEASTAS “INDEPENDIENTES” Y VILLA DEL CINE

D.E: ¿Cómo son las relaciones con los cineastas o los productores independientes. Leí en un artículo y entrevista en BBC con Alfredo Aranzola que dijo que hay cosas positivas con la Villa del Cine, pero estaba descontento porque, dijo, habían metido mucho dinero en la película “Regresa Miranda”, que era la suma de todas las producciones anuales juntas. La prensa los presenta como productores “independientes” pero ¿tan independientes eran ellos antes del 1999 y antes de la creación de la Villa del Cine?

J.A.V: – Hay películas, como en el caso de Regresa Miranda, que son películas internas, o sea como de la línea editorial de Villa del Cine. Que son como todas las películas de la reconstrucción histórica, son películas, que como te digo, que no es que son películas especialmente taquilleras. Pero nosotros sentimos que debemos dar testimonios audio-visual como Miranda, Bogues, Zamora, eso es nuestro deber y lo hacemos.

D.E: ¿Y cuesta por supuesto plata?

J.A.V: – Cuesta dinero, son películas costosas, son películas históricas y son las más costosas pero no es por ellas en particular, toda película histórica es más costosa que una película que no es, por toda la inversión sobre todo en arte, vestuario, efectos especiales.

– Si habrá realizadores que preferirían que no se hiciera Miranda, que se hicieran otras tres películas sobre todo si la de ellos está ahí, pero como te digo hay películas necesarias que hay que hacer.

– La política nuestra es de apoyo a cualquier producción nacional por lo menos en lo que no significa derogación de fondos directamente, porque en eso tenemos un presupuesto que es finito, como todos los presupuestos, y tenemos que escoger como lo utilizamos. Aparte de eso a cualquier película venezolana que se pueda ajustar a nuestros tiempos en el sentido, como te digo son los recursos finitos, y hay que organizarlos y programarlos, todo lo que es servicio se les da y entra a la Villa del Cine como socio. No se les cobra por eso. Estamos hablando de un aporte casi a priori que está por encima del millón de Bolívar Fuerte (aproximadamente 230.000 dólares). O sea, que lo que nosotros podemos aportar en especie, en servicios en cualquier película está por encima del millón del Bolívar Fuerte y que se lo estamos dando a cualquier película venezolana. Lo que si nos reservamos para las películas que son como de nuestra línea editorial es el tema financiero.

En el sistema educativo del país

D.E: Producciones como “Regresa Miranda” ¿tienen alguna utilidad en la educación venezolana?

J.A.V: – La película Miranda Regresa es costosa igual que Zamora, no es una película costosa si te pones a ver, son unas películas que salieron como a un precio muy razonable. Porque en el caso de las dos aparentemente es muy alto el costo porque son una película y son una miniserie de seis capítulos para la televisión. Se hizo una sola producción con la que se hizo la película y los seis capítulos para televisión.
– En el caso de Miranda la miniserie se estrenó este año 2010 en los canales del Estado, y hubo dos días en venezolana de televisión que la serie ganó y tuvo la mayor cantidad de audiencia como todos los programas del día y fue el programa más visto de todo el día. Eso es muy elocuente y muy interesante y nos parece que valía muchísimo el esfuerzo de que el público venezolano decida en televisión pues que el programa más visto sea un programa de corte histórico, nos parece valiosísimo.

D.E: ¿Cuándo podemos ver una película de Villa del Cine en Suecia en el Continente Europeo?

J.A.V: – Ya se han visto.

D.E: ¿Hay intercambio?

J.A.V: – Hay festivales de nivel de distribución, en circuitos de festivales y cines latinos, hemos estado en todo el mundo y ha recibido premios la Villa del Cine, ya lleva más de treinta premios a nivel de premios internacionales por nuestras películas.

D.E: ¿O sea; ya han tomado algunos pasos, para usar la palabra del Presidente Chávez, de retar a “la dictadura del Hollywood”?

J.A.V: – Tenemos que hacerlo eso es parte. . . , sobre todo de distribución nacional. Yo creo que el primer paso tiene que ver que en Venezuela se pueda ver todo tipo de cine que no sea una hegemonía absoluta. Y en eso estamos trabajando y hemos avanzado y vamos a avanzar mucho más en el lapso.

Apoyo a los paises del ALBA

D.E: La isla Dominica (en el Caribe) es uno de los miembros del ALBA. Ahí Hollywood utilizaba la Isla caribeña solamente para hacer películas, se fueron con todo y no dejaron nada mientras ahora esta Villa del Cine con un tipo de cooperación, apoyando a los dominicanos interesados en Cine.

J. A. V: – Tenemos un proyecto de un largometraje que está compuesto por siete historias cortas de los países del ALBA y algunos países invitados. Uno de ellos es Dominica; se va ha hacer una producción de diez o doce minutos allá y está acompañado de un proceso de formación para le gente de Dominica pueda irse desarrollando en el área cinematográfica.

D.E: ¿O sea que deja tanto enseñanza como algo de estructura allá?

J.A.V: – Dejamos sí, hay un trabajo a través del ALBA para el tema de una sala de cine, que ellos no tienen una sala de cine y se está trabajando a través del ALBA para eso, y la formación que estamos apoyando desde Villa del Cine, es un proceso como te digo de toda el ALBA y ellos mismos están participando por supuesto, de acompañamiento y de apoyo.

D.E: Dentro de cinco años cuando regresamos acá ¿qué nos puede contar?

J.A.V: – Dentro de cinco años nosotros vamos a establecer un promedio de veinte películas al año. Cada vez serán mejores, sin duda. Y creo que en un lapso de cinco años podemos aspirar que un treinta o cuarenta por ciento del cine que se vea en Venezuela sea cine venezolano y cine latinoamericano y por lo menos la mitad sea venezolano, cine latinoamericano y de todas las cinematografías, porque es un tema de diversidad cultural.

Videoreportaje (40 min.): http://vimeo.com/18064798
Audio: http://www.box.net/shared/kjxf8zk81f
Véase también la entrevista a Xavier Saravia, presidente de Cinemateca: (25 min.): http://vimeo.com/18034180
Foto/video: María de Los Ángeles Querales
Transcripción: Mirian Huezo Emanuelsson

Haga click aquí para recibir gratis Argenpress en su correo electrónico.
Publicado por ARGENPRESS en 16:26
Etiquetas: Cine, Dick Emanuelsson, Venezuela
¡De eso no se habla, baby!

Marcelo Colussi

Leticia se consideraba ya casi una solterona. No sabía muy bien cuándo exactamente se ingresaba en esa categoría, ni le interesaba saberlo tampoco. Rondaba los 33, y en su ámbito eso ya era una casi segura soltería de por vida. Además -así lo sentía ella con fuerza creciente- iba teniendo todas las características de esas solterías implacables, grises, aburridas. Verse en el espejo de su tía Carlota -una solterona hecha y derecha, tan católica consecuente como era Leticia, o más aún: católica de santiguarse a cada paso, prender velas e invocar a algún santo- la espantaba. Lo único que encontraba como salvación a eso era tener un “baby”, como gustaba decir, un niño.

“Ser madre soltera no es lo mismo que ser solterona”, reflexionaba. En cierta forma, tenía razón. La llegada de un bebé cambia todo y, aún con los arraigados prejuicios de una sociedad latinoamericana de provincia -de ahí venía ella-, llegar a la maternidad confería un estatuto de cierta respetabilidad. Se podía ser “mal vista” por las buenas familias, pero un niño quitaba inmediatamente el estigma de “vieja solterona”. Y al final, mal o bien a una madre siempre se la respeta.

Por otro lado, y no sólo pensando en cambiar la cara a su situación de “bruja amargada” -para ella ser solterona implicaba forzosamente eso-, los niños le gustaban. Quizá, era una de las cosas que más le agradaban. Su dedicación como maestra de escuela primaria era legendaria. Sabía tratar a los niños; eso era incuestionable.

Pero para tener un hijo, para quedar embarazada… ¡había que tener sexo! Pequeño detalle, claro…. Ése era su talón de Aquiles. No por casualidad era una “vieja solterona”; puesto que las “viejas solteronas”, se decía para sí misma -no sin cierto reproche, con amargura- si algo no podían hacer era eso.

Confusamente intuía que se estaba perdiendo de algo muy bueno. Si todo el mundo buscaba eso con tanto ahínco -“a hombres y mujeres, al final, es lo único que les importa, aunque lo disfracen con otras cosas”, se decía con astucia- eso debía ser bueno. De todos modos, aunque jamás lo reconocía en público, ahí sabía que estaba su piedrita en el zapato. Pero si quería tener el ansiado baby, había que apretar los dientes, contener la respiración y hacerlo.

Después de considerarlo mucho, darle interminables vueltas y consultar miles de veces con la almohada, finalmente se terminó decidiendo: se haría embarazar de una manera no cruenta, y si era necesario, hasta pagaría por ello.

Le daba mucha vergüenza tener que reconocerlo con el varón que contrataría para la “cochinada” en ciernes, pero debería hacerle saber que era virgen. En general -pensaba- a los hombres les gusta tener sexo con una virgen; claro, pero eso cuando la mujer en juego era una jovencita. “Desvirgarse una vieja como yo no es lo más atractivo del mundo precisamente”, concluía. De todos modos, Leticia no era fea. Nieta de italianos inmigrantes, su aspecto era bastante impresionante: alta y rubia, de ojos celestes y blanquísima piel, agradable naturalmente no necesitaba de ropas provocativas ni pintura para resaltar su belleza. De todos modos, nunca había atendido su femineidad; en general andaba descuidada, sin maquillaje, con ropa exageradamente seria. Jamás iba al peluquero o al manicure, pero era una hermosa mujer. Igual que su madre y su abuela, tenía la natural condición de no evidenciar el envejecimiento. “Una comeaños”, como le decían.

Eligió al varón más apuesto que pudo. En una ciudad del interior, con toda la carga provinciana y conservadora que se pudiera imaginar, que una mujer le propusiera relaciones sexuales a un ex alumno diez años menor que ella, era una osadía increíble. Sacando energías quién sabe de dónde, lo cierto es que lo hizo.

Quien recibió el encargo era un apuesto joven, ahora empleado en el hotel más lujoso de la ciudad: Asdrúbal, aún soltero, muy codiciado por las casamenteras del lugar. Ni siquiera fue necesario plantearle un pago, porque el muchacho, sin terminar de creer que la propuesta fuera cierta y no una humorada de sus amigos, aceptó encantado. Sin decirlo, siempre había estado enamorado de su maestra, y sus primeras masturbaciones habían tenido a “la Señorita Leticia” como fuente inspiradora. Leticia lo intuía, pero además guardaba un as bajo la manga que le podía permitir hacer su pedido sin mayor vergüenza: la vez que fue detenido por la policía con una bolsita de mariguana, fue ella la que pagó la fianza para que saliera. Ninguno de los dos volvió a hablar del asunto; un pacto de silencio los unía secretamente.

Fue un arreglo de palabra, pero ambos lo tomaron con la más profunda seriedad, con una circunspección ceremonial: estarían buscando el embarazo durante varios meses. Si se producía, Leticia no le reclamaría absolutamente nada a Asdrúbal. Y de la misma manera, él no tendría ningún derecho sobre el niño, en caso de consumarse la fecundación. No necesitaba darle el nombre. Sólo debía aportar su semen; ahí terminaba el trato.

Establecieron que todos los jueves por la tarde-noche se encontrarían a escondidas, y simulando ir al hotel con cualquier pretexto, en una habitación tendrían relaciones (o… “harían la cochinada”, según palabras de Leticia). Los encuentros, al menos para ella, no tenían nada de sensuales, de pasionales; eran parte de un trámite, una diligencia burocrática más: entrar al cuarto, desvestirse -nunca completamente-, abrirse de piernas, apretar los dientes y esperar que él terminara, limpiarse, volver a vestirse e irse subrepticiamente. Para Asdrúbal, por el contrario, era una ceremonia hondamente erótica. Por lo pronto se desvestía íntegramente. Además, gozaba cada pequeño acto, cada paso de la ceremonia con una intensidad total. Incluso trataba de hacer sentir lo mejor posible a su pareja: buscaba posiciones, detalles placenteros, intentaba crear un clima afectivo. Por respuesta, lo único que encontraba en su ex maestra -ahora amante compulsiva- eran pedidos de “terminar rápido, porque ya no tenemos tiempo”.

Así pasaron largos meses, hasta que ella recibió la infausta noticia del médico: no sólo no podría quedar embarazada sino que, con bastante urgencia, deberían quitarle la matriz, porque los nódulos encontrados eran malignos.

La novedad le golpeó duro. Por un lado, era una forma de terminar de una vez por todas con esa insoportable costumbre de los jueves. Hasta incluso, cosa que nunca jamás se permitió tomar con algo más de seriedad, en algún momento empezó a sentir algo por el joven, teniendo deseos de no verse sólo el día convenido. Por supuesto, ese rápido atisbo de sentimientos fue inmediatamente borrado de un plumazo, y en ese sentido la comunicación del médico le quitaba de encima el peso ya agobiante de su amante obligado -en tantos y tantos encuentros jamás tuvo un orgasmo-. Pero por otro, más allá de la posibilidad que el cáncer se expandiera -eso, en realidad, no le inquietaba, nunca pensó que pudiera sucederle- lo que le cambiaba radicalmente su proyecto era el hecho de no poder contar con su baby. ¿Qué haría ahora?

El tiempo pasaba y su condición de solterona no cambiaba. El cómo resolver eso no era lo más importante para ella: si los encuentros con Asdrúbal no funcionaron… pues habría que buscar otros caminos. Así, con esa frialdad, dio por terminada la vía del embarazo para acceder al ansiado niño. La operación para extraerle la matriz no la conmovió mayormente; casi, casi….era otra gestión “administrativa” más. “La vida es una sucesión interminable de trámites”, gustaba de decir. Si no había sido posible embarazándose, habría que probar de otra manera.

La adopción comenzó a aparecérsele en el horizonte.

Pero sabía que eso era de nunca acabar. Podían transcurrir años para que un juzgado otorgara un niño en adopción. Y además, con la mejor de las suertes, eso le podía suceder a un matrimonio legalmente constituido, de preferencia católico. Nunca a una madre soltera. Por eso había que buscar otras vías más expeditas.

Su catolicismo no le impidió pensar en métodos no muy santos para procurarse el vástago. Por el contrario, se convenció que conseguir el niño de la forma que fuera -bueno, sin llegar al extremo de robárselo, claro…- era, en definitiva, una obra pía, de ningún modo reñida con su moral cristiana. Así fue que, una vez ya repuesta de la histerectomía, hizo los contactos del caso y viajó a la ciudad capital para recibir en “adopción” (adopción cuestionable, claro está…) un bebito que estaba por nacer.

La madre biológica era una jovencita menor de edad, empleada doméstica en una respetable casa de familia, que había quedado embarazada y no quería hacerse cargo del niño. Del padre no había mayores datos; en realidad, no contaba en todo el asunto. Sin mayores preámbulos, ambas mujeres se pusieron de acuerdo. No habría pago en metálico por el trato; es decir: Leticia se comprometía a pagar los gastos del parto (una internación en una buena clínica) y a tomar el recién nacido como suyo, asentándolo convenientemente en el Registro Civil como hijo salido de sus entrañas. La jovencita -Epifanía, de origen indígena, semianalfabeta- aceptaba esa cesión y se comprometía a no reclamar nunca más ningún derecho sobre el niño.

Nada se hizo por escrito, pero la palabra empeñada por las dos madres -la natural y la otra- fue suficiente. Ambas se beneficiaban mucho: para Epifanía era la posibilidad de salir de una situación que la agobiaba. Ella no deseaba el niño. Había salido embarazada por casualidad, y eso le ocasionaba sólo problemas. El trato convenido le significaba un enorme alivio. Para Leticia, por el contrario, era la realización del sueño de su vida. Por nada del mundo iba a dejar pasar esta oportunidad.

Algún tiempo después, cuando llegó el momento del parto, Leticia estaba en su ciudad, por lo que tuvo que viajar de urgencia a la capital. Todo salió como estaba previsto: Epifanía tuvo su bebé en la “reputada y católica” clínica obstétrica de Santa María de la Inmaculada Concepción. Los servicios médicos fueron pagados en efectivo (para no dejar el más mínimo rastro de nada), y ya desde el sanatorio el niño recién nacido salió con su acta de nacimiento como hijo de Leticia. El día siguiente Ramiro -así le puso de nombre- ya figuraba en los registros del Estado como hijo legítimo de Leticia. La joven empleada doméstica volvió a su puesto de trabajo como “cama adentro”, contenta con la resolución de su problema, y la maestra sintió que con la obra realizada ya dejaba de ser una solterona. Ahora era una respetable madre de familia.

Sabía, no obstante, que lograr ser reconocida como “honorable” siendo madre soltera en una pacata ciudad de provincia donde lo que más contaba era la formalidad superficial, no sería tarea fácil. De todos modos, eso no le quitaba el sueño. Ahora ya no se sentía la solterona crónica contra cuya imagen había estado peleando los últimos años de su vida. La llegada de Ramiro le cambió todo su panorama.

Por primera vez en sus 33 años, encerrada en el baño y sola frente a un espejo para apreciar cómo se veía, fumó. Eso le pareció el complemento obligado -y por cierto ¡maravilloso!- de su nueva situación. En realidad, no le gustó para nada tener ese cuerpo extraño del humo en su garganta; incluso la mareó un poco. Pero todo lo que eso significaba, y que iba de la mano de su nueva condición de mujer con hijo, la hizo sentir muy bien.

Pese a lo que sentía como su nueva situación, no alteró algunas -muchas- cosas de su vida. Entre otras: siguió asistiendo los fines de semana como voluntaria de su parroquia al hospicio de ancianos San Idelfonso de la Santa Circuncisión del Señor. Allí pasaba horas atendiendo a viejitos desamparados. La irrupción de Ramiro en su vida no cambió esta práctica.

Fue ahí, en el asilo, donde conoció a Jean-Pierre. Él, igual que Leticia, era un voluntario de la iglesia que iba a atender caritativamente a personas de la tercera edad. La diferencia es que venía de Montreal, Canadá, en un proyecto de asistencia a “sectores vulnerables de países en vías de desarrollo”, según el eufemismo en boga. Era jubilado (60 años), y como miembro de una organización católica de asistencia, ahora vivía en la misma ciudad de Leticia, dedicándose tiempo completo a la atención de ancianos. Hablaba un aceptable español, aunque con marcado acento francés.

Fue un “enamoramiento” a primera vista; aunque en realidad no se trató de un flechazo pasional, de una catarata incontenible de ardor, de deseo… No, nada de eso. Para Leticia ese era un mundo impensable. En tal caso le afloraba toda su tradición católica, y el sexto mandamiento (“no cometerás actos impuros”, que ella prefería entender según el canon clásico de “no fornicar”, es decir: nada de sexo, nada de esas cochinadas) se le imponía con rigurosa fuerza de ley.

Pero encontrarse en el geriátrico con otro casi viejito, tan tierno y asexuado como aquellos a quienes socorrían, y además rubio y de ojos color turquesa como las aguas del mar Caribe -ella era una racista insufrible, convencida que la pobreza de los países latinoamericanos se debía a la presencia de esos “vagos, borrachos y decadentes” indígenas-, encontrarse con alguien así y que no la juzgaba por ser madre soltera, la fascinó.

No sólo la cautivó, sino que reforzó su malinchista idea que los países del Norte, los desarrollados, eran tales porque tenían una actitud más progresista, más liberal, y no “como aquí, ¡siempre preocupados por el chisme, puros indios atrasados!”.

La fascinación -que fue mutua- dio lugar a algo que se podría llamar noviazgo. Comenzaron a salir, siempre con recato, con distancia; no pasaron de besos y caricias. El día en que Jean-Pierre propuso ir más allá, obtuvo una estruendosa risotada por toda respuesta. Ello, no obstante, no impidió que decidieran hacer vida de pareja, incluyendo a Ramiro obviamente, el infaltable baby. Y así se trasladaron a Canadá.

Con la jubilación de él, más algunos ahorros de los dos, podían vivir con comodidad. Así fueron haciendo su vida en pareja, sin mayores sobresaltos, con mucha ternura pero sin ninguna pasión. El sexo se limitaba a alguna caricia en las noches de mucho frío, cuando estaban en la cama -con bolsa de agua caliente para los pies al viejo estilo, la que compartían, y les permitía algún “picaresco” juego bajo las mantas entrecruzando las piernas-. Estar en pareja para Leticia era la ocasión de darle un padre a su hijo al par que tener un buen amigo-confidente-asesor donde apoyarse. Y ocasionalmente, esos juegos “sexuales” en las noches de frío. (Aunque nunca se atrevió a reconocérselo a su pareja, esos ejercicios la llevaron al orgasmo en más de alguna ocasión).

Para Jean-Pierre, viudo desde hacía más de 20 años y sin hijos, consagrado casi exclusivamente a obras piadosas en el marco de su iglesia, todo esto era la oportunidad de no estar tan solo en la vida. Y también: de sentirse padre, una de las grandes tareas pendientes que había tenido por mucho tiempo. Adoraba a Ramiro, su baby.

Fue Ramiro quien encontró más consecuencias profundas -y desagradables- con en el nuevo escenario que se abrió. Hijo de una indígena y de un agente de policía criollo, con muchos rasgos indígenas también -quien desde el mismo momento de la concepción se desinteresó de su persona, incluso nunca llegando a saber que había formado un nuevo ser- su aspecto era el de un “típico latinoamericano” para la visión media de cualquier canadiense. Es decir: baja estatura, piel morena, cabello renegrido y erizado, ojos castaños. Aunque siempre fuera llamado el baby, en inglés, por su madre -y luego también por Jean-Pierre, quien pasó a ser su padre adoptivo con todas las de la ley, visto que el matrimonio se casó oficialmente- eso no podía ocultar su procedencia del sur. Lo cual no debería haber sido un problema…, pero lo fue.

Transcurriendo los años, el baby Ramiro se fue integrando a la sociedad francófona de Montreal, que pasó a ser, sin más, su hogar. Como llegó a Canadá con apenas un año y medio de vida, se sentía absolutamente un canadiense más. Hablaba los dos idiomas, francés y español, con similar naturalidad. Nunca supo él que venía de una “bananera república” de composición indígena. Mucho menos, nunca supo nada de su origen, de Epifanía, de la “negociación” entre sus dos madres. Pero eso, con el tiempo, le pasaría factura.

Leticia nunca le habló de sus abuelos, y menos de su país de origen. Fue un cambio drástico en su vida, absoluto. Ella, que siempre había sido una muy buena hija, de pronto se encontró con que dejaba atrás a sus padres, los iba borrando lentamente. Siempre con cualquier excusa, para sorpresa de Jean-Pierre pero más aún para su propia sorpresa, que no sabía que podía llegar a esos extremos, fue olvidando su pasado. En un principio, en el primer tiempo de estadía en Canadá se comunicaba telefónicamente con los padres con cierta regularidad, luego más espaciadamente. Años después, sólo les hablaba ocasionalmente para las fiestas de fin de año. Fue para ese entonces -para mayor sorpresa suya aún, pues nunca en su vida lo había hecho anteriormente- que se permitió masturbar.

En la escuela, cuando Ramiro rondaba los 10 años -con un padre casi septuagenario y una madre que se sentía ya más canadiense que los canadienses de nacimiento, bella mujerona de 44 años que se vestía algo provocativamente y dedicaba buena parte de su tiempo al gimnasio- se comenzó a cuestionar sobre sus orígenes. Cuando cumplió los 11, se lo preguntó explícitamente a sus padres: “¿por qué yo no soy blanco y rubio como ustedes, como todos mis compañeritos de la escuela, como mis vecinos?”

Si bien Jean-Pierre era una persona educada que no dejaba pasar las cosas sin una cierta mirada crítica, aunque parezca mentira nunca se había atrevido a preguntar a Leticia sobre el origen de Ramiro. Era obvio que no podía ser su hijo, porque no existía la mínima similitud biológica entre uno y otro. Pero por un mal entendido recato, o por una exagerada discreción, o quizá por una timidez invencible, nunca había querido tocar el tema con ella. Dio por sentado que era su hijo, que ella era madre soltera, y punto. Cuando Leticia le propuso el casamiento legal y, por tanto, pasar a ser padre de una criatura que él no había engendrado, como buen católico se sintió muy feliz. Con ello dio por terminada cualquier duda que pudiera haber existido: Ramiro era su hijo porque “el Señor se lo había enviado” y no había, por tanto, más nada que decir al respecto.

De todos modos, para Ramiro -que no entendía bien por qué en su casa lo llamaban con una palabra en inglés- las cosas presentaban demasiados interrogantes, demasiados puntos oscuros. Cuando lo consultó con su padre, éste lo envió con su madre. Cuando fue con ella, obtuvo por toda respuesta: “¡de eso no se habla, baby!”

Algunos años después Jean-Pierre murió. En el ínterin también fallecieron los dos padres de Leticia. Tuvo que inventar una complicada y poco creíble historia para decirle a Ramiro que iba a su país de origen a cobrar su parte de la herencia: un par de inmuebles y de vehículos que transformaría en una nada despreciable cantidad de dinero contante y sonante. Con el mismo, ya “veterana” para estas lides pero cada vez más desembozada y atrevida, se colocó implantes mamarios de silicona y se hizo un estiramiento de piel. Si bien no podía disimular que ya no era una adolescente, estaba infinitamente más atractiva ahora que en sus juventudes.

Con un bronceado artificial y un cuerpo esculturalmente trabajado en el gimnasio, más las prótesis recién adquiridas, Leticia parecía más una modelo publicitaria que una pía mujer de iglesia. Con su actual ropa provocativa -usaba escotes que llamaban la atención y contrastaban con el frío del ambiente- no dejaba de ir regularmente a un asilo de huérfanos regenteado por monjas. Nunca se le conoció nueva pareja, aunque una vez Ramiro descubrió casualmente un arsenal de vibromasajeadores en su cuarto que, con seguridad, no eran sólo para trabajar la musculatura estriada, ni tampoco tenían fines terapéuticos.

Luego de aquella tajante respuesta de su madre, el baby nunca llegó a saber de dónde provenía. Pero ya con su mayoría de edad y listo para ingresar a la carrera de arquitectura en la universidad de Montreal, sospechando cada vez más oscuros vericuetos en su pasado, un día forzó a Leticia a que le contara la verdad. La forzó en sentido literal, puesto que la amenazó con el uso de violencia física si no le respondía en forma convincente. Leticia se vio acorralada, y sin pensarlo mucho, se encontró en una situación que jamás hubiera imaginado que podía llegar a sucederle. Encarada entonces por Ramiro, con una sensualidad que a ella misma sorprendió, comenzó a quitarse la ropa. Sedujo de una manera inaudita a su hijo, haciéndole el amor varias veces con un erotismo que el muchacho no podía terminar de entender. Cuanta fantasía de película porno se pudiera imaginar, tuvo lugar ahí.

Luego de una furiosa sesión amatoria de casi dos horas de duración, exhaustos ambos, Leticia tomó la palabra, tapándole dulcemente la boca a Ramiro con dos dedos: “toi, tu n’est pas mon fis… Y ¡de eso no se habla, baby!”

Marcelo Colussi, pensador y escritor, es argentino y vive en Guatemala. Ha publicado varios libros de relatos. El presente cuento está tomado de “Historias color de rosa”, de próxima aparición.

Haga click aquí para recibir gratis Argenpress en su correo electrónico.
Publicado por ARGENPRESS en 16:26
Etiquetas: Cuento, Marcelo Colussi
El centenario del poeta: Lezama difícil en una época "fácil"

Edgar Borges (Desde España. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Celebrar el centenario de José Lezama Lima (Cuba, 19 de diciembre de 1910 - 9 de agosto de 1976) es abrir la puerta (de nuevo y siempre) de la literatura (necesariamente) compleja. "Sólo lo difícil es estimulante", decía el poeta.

Lezama, además de poeta, fue novelista y ensayista de fondo, de largo aliento. Leer a Lezama requiere entrega, exige talento, pues al lector también se le pide participación, inventiva. El escritor (como Lezama) convierte cada palabra en una puerta, el lector es quien articula con su talento las herramientas invisibles con las que tropieza en su recorrido. La literatura no es un objeto de consuelo ni una bolsa de plástico con la que se cubren los problemas. Al contrario, la literatura es una batalla cuerpo a cuerpo entre el individuo y la palabra.

El centenario de José Lezama Lima ha pasado desapercibido en la "gran prensa" y en muchos sectores literarios (que han cedido a la autoritaria presión del mercado). Y no podía ser de otra manera en una época donde se sobrevalora la palabra obvia, la frase mediocre. La historia maquillada de "personajes buenistas y malos desgraciados". Su novela "Paradiso" llegó a ser comparada (por su fuerza y experimentación) con el "Ulises" de Joyce. Hoy, como tantos otros clásicos, Lezama es un subversivo de la palabra que atraviesa en silencio la falsa luz (cegadora) que ilumina el valle de sombras.

Haga click aquí para recibir gratis Argenpress en su correo electrónico.

Juan Alonso (Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Hay que errar porque es necesario para hacer algo,
argumentar el proyecto sabiendo que es parte de una maraña imposible
de abarcar,
que la opción que se defiende puede ser un error

Sin embargo no se debe abandonar los puntos cardinales elegidos,
ellos sirven para edificar con alguna dirección el mundo,
para convencer a multitudes o a pocos de hacerlo

Si se logra construir la idea al final se sabrá si el esfuerzo
provenía de una miopía
o fue un paso exitoso en la plasticidad del hombre

Hay que convencer con alguna fe en las manos
sin pedirle el milagro de ser perfecta

Haga click aquí para recibir gratis Argenpress en su correo electrónico.
Publicado por ARGENPRESS en 16:25
Etiquetas: Juan Alonso, Poesía

Nenhum comentário:

Postar um comentário